jueves, 13 de diciembre de 2007

“LAS NIÑAS INDÍGENAS, UN FUTURO PREDESTINADO”



Me llamo Edith. El vestido que llevo es el traje de mi comunidad, el vestido mazahua.
Me gusta vestirme así, pero me han discriminado
cuando llevaba este traje.
También me han discriminado las personas rubias porque mi piel es un
Poquito negra.
Edith (7 años) indígena mazahua
Ciudad de México.



Pensar en discriminación a nivel mundial quizá parezca lejano de la realidad, por diversas cuestiones que sinceramente no cuentan con un buen fundamento, tomando en cuenta las violaciones que se hacen a los derechos humanos, en cualquier territorio, país o comunidad.
Sin embargo, debemos situarnos a nivel nacional, donde al parecer, en lugar de tener un avance, vamos en retroceso en materia de respeto y derechos humanos, sobretodo con el sector indígena.
Llamémosle mujer, hombre, discapacitado, anciano, niño o niña; todos por el simple hecho de tener vida y pertenecer a un sistema social, político, económico y cultural tenemos garantías que vigilan nuestro bienestar, o al menos en teoría, así debe ser.


Pero ¿Qué es lo que pasa actualmente?; la respuesta es todo lo contrario a lo que establece la teoría; razones existen muchas, e incontables y aplicables para ciertos rubros.
En México, ante la situación de la conquista (hace poco más de quinientos años) permite el surgimiento de una problemática que actualmente es difícil de erradicar, está tan arraigada y justificada como uno de los tantos elementos culturales, un ejemplo de esto es la subordinación de algunos grupos desfavorecidos, como lo son los indígenas.
Aunque en este caso me parece pertinente delimitar el asunto a algo más concreto.
Sin duda, las personas que más sufren por esta discriminación son las niñas que con el pasar de los años, inculcan a sus hijas y demás mujeres el respeto y sumisión ante los hombres y no sólo eso, sino ante la sociedad, como un individuo de menor valor (que es tan notorio al visitar algunas comunidades indígenas), como una pauta de conducta que no se piensa, sólo se realiza, porque así ha sido siempre.
Un amplio sector indígena coincide en que salir hacia las grandes ciudades es una ventaja para su estilo de vida, sin tomar en cuenta los riesgos que acarrea esta decisión drástica; desde el punto de vista de la discriminación, (tanto de étnia, como racial y cultural), hasta aspectos tales como hambre y varias enfermedades derivadas de la mala alimentación que ellos tienen, derivandose en desnutrición y malos hábitos alimenticios y concluyendo con que no tienen un lugar digno donde vivir.
Tal es el caso de Marlen Mendoza Ascencio, una niña indígena originaria de la comunidad de San Juan Tetelcingo en Guerrero, quien estuvo a punto de abandonar la primaria por burla de sus compañeros; actualmente está a punto de concluir la secundaria; al respecto comenta: "La gente que discrimina a los indígenas está mal, no sabe lo que es ser mexicano, porque antes de los españoles y los mestizos ya estábamos nosotros los indígenas".
Es cuestión de cultura y de conciencia; los indígenas se encuentran de manera muy trivial en los aspectos gubernamentales, en la política y sobretodo, estás olvidados por las diversas capas sociales que solo se limitan a decir “bueno, entiendo la problemática y es difícil”, pero el problema no radica en reconocer una problemática existente, sino en actuar, en generar diversas situaciones propicias para dicho cambio.
Una característica importante relacionada con la niñez indígena es la educación; “las políticas educativas… no han definido específicamente las necesidades sociales que deben considerarse como prioritarias, por lo tanto, no se han orientado en la práctica a la satisfacción de las mismas” (Ruiz; 15:1991). Lo que en particular, hace notoria la ineficiencia o desinterés del gobierno por generar el conocimiento, ya que en la medida de que la sociedad conozca, en esa medida será crítica y tendrá mejores armas para luchar por lo que desea, por cambiar una estructura tan establecida.
La situación está latente, los puntos de vista difieren enormemente los unos y los otros; pueden suceder muchas cosas en los próximos años, y lo peor del caso es que perdemos cada vez más a los símbolos que ostentan dignamente nuestra identidad nacional, que aunque nosotros los hemos tirado en el olvido, para ellos, siempre estamos presentes.


FUENTES DE CONSULTA:
  • Ruiz del Castillo, A. (1991) “Educación y Estructura Socioeconómica y Política” en : Crisis, Educación y Poder en México. México: Plaza y Valdés Editores. Págs. 15 – 59.

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