jueves, 8 de octubre de 2009





GUERRA DE BAJA INTENSIDAD. APOYO Y FOMENTO DESDE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN

Los Medios Masivos de Comunicación han jugado un papel preponderante en la toma de decisiones de nuestro país; de manera general a través de su transmisión o emisión de mensajes tienen el poder de persuasión en su audiencia, lo cual no siempre es positivo para los individuos; en las siguientes páginas analizaremos la causa.
En los años 90´s, nuestro país tuvo grandes problemas, principalmente de índole política, económica y social; derivado de la pésima administración priista durante décadas de servirse del poder a manos llenas. El contexto marcaba las pautas que se desarrollarían con el paso del tiempo; una sociedad bastante golpeada, sin acceso real a la educación de calidad, sin un empleo seguro y digno, es decir, con la nula participación gubernamental por resolver los problemas apremiantes de una sociedad que pide a gritos atención. Si bien es cierto que dichas problemáticas no son recientes, también es válido mencionar que se acentuaron a grandes pasos.
En 1997 se convierte en Jefe de Gobierno del Distrito Federal Cuauhtémoc Cárdenas, partidario del Partido de la Revolución Democrática, después de que haya sufrido el acoso del gobierno de Carlos Salinas y que para estas fechas, deja al descubierto la crisis del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que comienza a perder adeptos; aunque curiosamente, las zonas marginadas son las que mantienen su apoyo incondicional. El PAN también comienza a ganar mayor aceptación entre la población al obtener ciertas diputaciones federales.
Por vez primera el 1º de Septiembre de 1997, el presidente en turno Ernesto Zedillo Ponce de León se enfrenta a una cámara legislativa con fundamento crítico basado también en el reclamo social, como lo hizo Porfirio Muñóz Ledo al dirigirse ante el mandatario y opinar lo siguiente:

Lo más urgente es el restablecimiento de la paz y la concordia entre los mexicanos y el restablecimiento del estado de Derecho dondequiera que nos haya rebasado la violencia. El fin de esta guerra silenciosa alimentada por la impunidad, la corrupción, la abismal desigualdad y la inadmisible miseria.[1]

No obstante, el mandatario lucha por la defensa del modelo económico, mismo que la ciudadanía había rechazado meses atrás. En los 90´s más de 20 millones de mexicanos están sumergidos en la pobreza extrema mientras el gobierno lucha por beneficiar a empresas e instituciones que están en condiciones inadecuadas; por lo tanto, el ciudadano mexicano más pobre lucha por sobrevivir con tan solo tres pesos diarios.
A pesar de todo, los medios masivos de comunicación, de los cuales principalmente se encuentran Televisa y TV Azteca ocultan y mantienen el apoyo constante hacia el gobierno. No obstante existe un problema aún más radical que cuenta con sus primeras raíces en el gobierno salinista (caracterizado por ejercer presión sobre periodistas y medios de comunicación “incómodos”). Desde su primer día de gobierno, Salinas utiliza a las fuerzas militares en tareas distintas a las asignadas por ley, esto se fundamenta en su ilegítimo cargo con un proceso electoral turbio que lo favorece, aunado a la crisis social y política que existía desde hace décadas y obviamente al generalizado descontento social. Los medios masivos de comunicación nuevamente se encargaron de transmitir el desfile militar que muestra a dichas fuerzas como poderosas y con amplio desarrollo, un mensaje explícito para cualquier persona inconforme. El mayor conflicto surge en el Estado de Michoacán al utilizar a los militares para frenar movimientos sociales.
En 1990 crea la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) como organismo dependiente del ejecutivo, cuya finalidad es precisamente vigilar su acción y no permitir abusos de cualquier índole.
La crisis económica que enmarca el gobierno de Zedillo trae consigo innumerables manifestaciones sociales, pues en la Ciudad de México se realizan hasta 7 manifestaciones al día en aquel entonces.la principal demanda social radica en la cartera vencida, problemas de vivienda, justicia, educación y tenencia de la tierra. El riesgo de más estallamientos sociales está latente. Así mismo esta crisis deriva en el aumento de la delincuencia y se habla del combate al narcotráfico.
Desde diciembre de 1995, la ley permite la salida del ejército de sus cuarteles para participar en puestos civiles. Es decir que utilizan soldados como policías y se confunden las acciones que deben realizar las fuerzas policiacas (en cuestiones netamente de seguridad social) y las fuerzas armadas (que intervienen cuando está en riesgo la seguridad nacional).
Los medios de comunicación realizan una novedosa tarea social, exaltan la violencia cotidiana y atemorizan a través de las noticias o de la creación de programas con alto contenido de violencia, por ejemplo: Cuidad Desnuda, transmitida por TV Azteca, entre otros. La psicosis de la violencia y los extremos del caos aumentando en la sociedad, lo que se denomina “justicia por la propia mano” con episodios de linchamientos hacia los delincuentes, secuestradores y violadores ante la ineficacia de las instituciones policiacas.
La agobiante delincuencia cotidiana, la operación aún más visible del narcotráfico y la imagen de ineficiencia y corrupción de una policía mal pagada y mal preparada por décadas son utilizadas como justificación para el empleo del ejército en las funciones de la policía.
Para 1997, los puestos estratégicos de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México son utilizados por 21 militares y tan solo dos civiles; de esta forma se comienza a militarizar la región de Iztapalapa al integrar a 25000 militares como policías. El ciudadano común es tratado como presunto delincuente y con estas acciones simplemente se violan las garantías y los Derechos Humanos; al respecto opina Teresa Jardi:
…Yo creo que es muy claro que desde el poder se ha decidido el generar esa delincuencia, el protegerla, el fomentarla porque se necesita generar terror en amplios sectores de la sociedad que de manera poco analítica demandan orden y entonces esto justifica leyes como la ley que coordina las bases de la seguridad pública, justifica el que el ejército pueda intervenir en la vida de los civiles, justifica el marco jurídico que ha destruido el marco que teníamos, inclusive esto “justifica” porque nada de eso es legítimo.
[2]

Los resultados de acción de los militares no concuerdan con lo prometido, al contrario, se comenten demasiadas injusticias en materia de derechos humanos e inclusive la delincuencia se incrementa; obviamente los medios de comunicación continúan con el apoyo a esta toma de decisiones gubernamental permitiendo y fomentando la violencia extrema generada desde los sectores del poder.
Mandos policiacos estatales de la policía judicial son reemplazados por militares; para Agosto de 1997 se encontraban en Chihuahua 100 efectivos, en Tamaulipas 222, Sonora contaba con 160, Baja California con 96; en Baja California Sur, Coahuila, Quintana Roo y Campeche es evidente la presencia militar; mientras que en estados como Guerrero, Oaxaca, Chiapas e Hidalgo cuentan con una fuerte presencia de tropas.
También existe otra forma de intimidar a la ciudadanía, soldados vestidos de civil son empleados en las labores de información e inteligencia, mejor conocidos como: “el vigilante anónimo”. Al respecto comenta Héctor Morales, Investigador de la Universidad Iberoamericana:

Esta es una de las primeras consecuencias, infundir el temor generalizado a partir de un discurso que garantiza la seguridad pública. Por otra parte, el temor desmoviliza, paraliza; puedes desmovilizar cualquier iniciativa para plantear demandas en una sociedad desigual que exige la demanda…exige que la sociedad plantee sus necesidades dado que la pobreza es cada vez más visible, la exclusión, en la participación es cada vez más visible…la estrategia de la militarización pensada como una estrategia de vigilancia lo que permite es desmovilizar la organización social…en tercer lugar otro de los efectos correlativos o correspondientes a esta estrategia de vigilancia es paralizar el actuar de la sociedad ya organizada como un posible vehículo de la demanda social, se sienta de tal manera vigilada que entonces experimente claramente el límite de la racionalidad planteada desde esa manera de pensar el orden…orden como inmovilidad – aguas tranquilas y no como conflicto solucionado- como posibilidad de debate para lograr acuerdos.
[3]

El combate a la delincuencia no es tan efectivo como la represión a grupos civiles organizados. Paralelamente a la creciente presencia pública del ejército, la violación a los derechos humanos y el hostigamiento a diversos activistas sociales presenta un gran incremento.
La relación de distintos hechos aparentemente casuales no lo son, pareciera que diversos acontecimientos se gestan en orden aleatoria en el país pero no es así; esto obedece a una doctrina y a una estrategia ensayadas en otros países de América Latina que tienen por objetivo desactivar la creciente inconformidad y organización de la sociedad, así como desarticular a las agrupaciones ya existentes que son “incómodas” para el gobierno.

1. El primer paso consiste en acostumbrar a la sociedad a la presencia y operación militares bajo pretexto del combate a la delincuencia y restablecimiento de la seguridad. Es importante el impulso de una corriente de opinión que pida la mano dura y medidas como la pena de muerte.
Desde los Medios Masivos de Comunicación, la campaña del miedo y la inducción de conductas: ¡Quédese en casa!, ¡Sea razonable! o ¡No se meta en problemas! Y crear en el ciudadano la psicosis de que es vigilado.
2. Ubicar y acosar a núcleos organizados, aislarlos e interrumpir sus procesos de crecimiento y coordinación con otros agrupamientos.
3. Desordenamiento de grupos sociales en etapa de desarrollo de su propia organización. El caos. Así se impone el control de un cuerpo disciplinado, vertical y adiestrado para reprimir: el ejército.
A este proceso se le conoce como Guerra de Baja Intensidad. Opina al respecto Carlos Fazio:
…el proceso de militarización de México no sólo se da con la llegada del general Salgado al Distrito Federal sino con la presencia de soldados y oficiales en todas las zonas marginales de México.la montaña de Guerrero, en Chiapas, en Oaxaca. Ahora, el perfil de estos militares es para esta etapa de la Guerra de Baja intensidad lo que domina la inteligencia, entonces es gente perfeccionada en cursos de inteligencia, en escuelas de Estados Unidos, como René Castillo en Chiapas, el propio Salgado, que fue el segundo hombre de adiestramiento militar …él no sólo pasó por la escuela superior de guerra y por la escuela militar siendo jefe en todas estas instancias sino que también tuvo una agregaduría militar en Israel donde aprendió la contrainsurgencia que ahora se está aplicando en zonas como Iztapalapa por ejemplo, por decir…estamos enfrentados a una fase de inteligencia para una siguiente fase que va a ser con la recolección de todos estos datos del periodo la represión generalizada o administrada según ellos vean.
[4]
Dentro de la doctrina de la denominada “Guerra de baja intensidad” tiene como ejes centrales el contemplar el problema en conjunto, de manera global. Es decir, ellos consideran los aspectos políticos, económicos, como también aspectos psicológicos, los militares, etcétera. Si el foco del conflicto pudiera estar ubicado en un lugar determinado eso no quiere decir que se descuiden todos los demás aspectos que atañen a la situación política de nuestro país.
Los métodos de los que se sirven el gobierno y que ejecutan los militares es devastador y no pertenece a un asunto nuevo.
Carlos Fazio opina lo siguiente:

Esta guerra oculta que se viene desarrollando desde 1994 está para pasar a una nueva fase, se está armando también ese ejército y el gobierno para una guerra posiblemente en las ciudades. Creo que han detectado la posibilidad no sólo de estallidos sociales sino también de la entrada en operación de guerrillas urbanas; pero sobre todo, su guerra es contra todo el pueblo; es una guerra de un puñadito, de los dueños del país, de los banqueros, de los ex concesionarios de las carreteras contra quién, contra la mayoría de la población, ahora, en el fondo, este ejército que va a pelear contra el pueblo se dice que defiende la soberanía, se dice que es un ejército popular, yo me preguntaría ¿Cuál es la idea de patria de éste ejército, dado que con las privatizaciones, los recursos estratégicos del país han pasado a manos privadas, entonces Cervantes qué patria defiende, la de los cabo Salinas, Carlos Hank, la de un banquero prominente? Esa es la pregunta.
[5]

Mientras sectores sociales cada vez más amplios son acosados por los cuerpos de seguridad las finanzas del gobierno se ponen al servicio de la militarización. Una importante partida del presupuesto federal se invierte en equipo bélico. Es decir, existe una lucha de la gente común, de grandes y pequeños grupos contra el gobierno, una guerra oculta, disfrazada de mayor seguridad y protección para los ciudadanos y que refleja todo lo contrario.
Hoy en día, con el telón de fondo de la denominada guerra contra el narcotráfico que ha emprendido el gobierno de Felipe Calderón, se recrudecen las expresiones de violencia en distintas localidades de la frontera norte del país y en otras entidades federativas.
La solución no se encuentra en la militarización de un país, ni en la casi nula ética de los medios de comunicación al difundir el miedo y terror generalizado que existe hoy en día; como se ha analizado en este ensayo, la problemática social existe desde hace muchos gobiernos en turno que pretenden poner un fin a los problemas de manera temporal y no visualizarse a niveles más altos y complejos para solucionar problemas y diferencias.
Cuando una nación se encuentra en grave crisis económica, política o social es altamente lógico que los problemas se desarrollen desde muchas aristas, es lógico que la gente exija su derecho a poder trabajar, a tener acceso a programas de salud, de educación, etcétera.
La guerra contra el narcotráfico tiene importancia por supuesto, sin embargo no por eso el gobierno debe intentar justificarse por sus malas acciones; no se trata de combatir la delincuencia que han dejado crecer al no poder establecer una política económica acorde a las necesidades de los mexicano; tampoco es justo cometer irregularidades e imprudencias con el ciudadano común.
Es preciso que como sociedad democrática se consulte en relación al rumbo que deberá tener nuestro país en los próximos años, no se puede combatir al narcotráfico cuando se fomenta la confrontación entre cárteles, tampoco cuando la policía realmente está militarizada, mucho menos sin antes analizar los fundamentos primordiales, es decir, si el gobierno genera empleos, invierte en la educación, fomenta la cultura, la legalidad y la justicia.
A pesar de que han pasado loa años nos damos cuenta cómo realmente se cometen los mismos errores, se utiliza al ejército para aplacar movimientos sociales como el de San Salvador Atenco; es posible notar como el gobierno federal y estatal cometen atrocidades, y peor aún, cómo es que los medios de comunicación se prestan para esa campaña olvidándose de sus principios fundamentales.
Como hemos visto, la cuestión principal radica en los Medios Masivos de Comunicación pues son un instrumento eficaz en la persuasión de la que se vale el gobierno mexicano y sus instituciones. Es necesario que dichos medios retomen conciencia para hacer válido su apego a la sociedad.
Quizá esto suene con características utópicas en nuestra sociedad tan alineada y es una cuestión más compleja de lo que parece. A nivel internacional existen problemas quizá similares pero cada acontecimiento tiene sus características propias que merecen soluciones diversas dependiendo el contexto en el cual se gestan.
En nuestro país es vital arrancar prácticas arcaicas, en necesario afrontar una realidad evidente que no se ha combatido durante décadas porque la sociedad se encuentra en un nivel bastante alejado de su contexto.
Como se redacta en el periódico La Jornada:

No puede pasarse por alto, en cambio, que la crisis de seguridad que se vive en esa región (norte del país) difícilmente se podrá contrarrestar con medidas exclusivamente policiales o con el despliegue de efectivos militares, pues tal deterioro es saldo de una profunda descomposición del entramado social a lo largo de toda la franja fronteriza, entre cuyas causas destacan el desempleo, la pobreza, el abandono del campo, la migración económica, la desigualdad y la indiferencia e incapacidad del Estado mexicano para hacer frente y resolver estos problemas. Estos elementos, en conjunto, han hecho de la frontera norte un caldo de cultivo idóneo para el despegue y el desarrollo de expresiones delictivas como el narcotráfico, actividad extraordinariamente rentable que, hasta donde puede verse, ha ampliado su influencia más allá del traslado de estupefacientes ilícitos.

Ciertamente el combate contra el narcotráfico va más allá de lo que pudiera imaginarse; son tantas aristas las que conforman nuestra actual coyuntura y la base real de la problemática radica en un gobierno caracterizado por su servilismo ante empresas privadas, por su desinterés por combatir las problemáticas sociales apremiantes, y por no saber administrarse en tiempo y forma; lo mismo se utilice una bandera tricolor o una blanquiazul, lo cierto es que las cosas no han mejorado a pasos grandes, pero sobretodo, a paso firme.

No puede negarse que el gobierno tenga la obligación de vigilar el cumplimiento de la legalidad y el estado de derecho, así como de garantizar la seguridad pública al conjunto de la población, y que la existencia de expresiones criminales como el narco constituyen lastres para la plena realización de esas tareas. Sin embargo, las autoridades deben actuar con sensibilidad e inteligencia, reconocer las distintas dimensiones de esos fenómenos –la policial, la política, la económica, la social– y atender, en consecuencia, los factores que se encuentran en la base de su surgimiento y desarrollo.
[6]






[1]Canalseisdejulio (1998). La guerra oculta. Documental.

[2] Canalseisdejulio (1998). La guerra oculta. Documental.
[3] Ibid.
[4] Canalseisdejulio (1998). La guerra oculta. Documental.

[5] Canalseisdejulio (1998). La guerra oculta. Documental.
[6] La Jornada. Disponible en: http://www.lajornada.unam.mx

No hay comentarios: